Así serán las ciudades del futuro tras la epidemia del coronavirus

En estos tiempos, más que nunca, vemos la realidad a través de la ventana. Confinados en nuestras casas, las ventanas se han convertido en nuestras lentes de mirar, tanto de lejos como de cerca.

Si esta situación engendra algún cambio en la arquitectura o en el diseño de las ciudades, la naturaleza de este cambio se asemejará a un mar de cambios lentos que nos llevarán a algún lugar dentro de una escala temporal de años.

La ciudad sana.
Debemos reflexionar conjuntamente sobre asuntos como el incremento de la masa forestal de las ciudades, capaz de producir un aire más puro; la erradicación completa del automóvil de combustión privado; y la introducción del aprovechamiento del ciclo del agua, recogida, reciclaje de aguas grises, almacenamiento, diseño de fachadas captadoras de agua…
Tras estos temas se agolpan nuevas consideraciones prácticas como el diseño de una arquitectura de terrazas y balcones, de espacios realmente vivibles en el exterior. Estrategias y acciones que van de la escala ciudad a la pequeña escala arquitectónica. Hay mucho urbanismo que recorrer en ese sentido. Y qué mejor que después de una crisis sanitaria empezar de verdad a ponerlo en práctica.

La ciudad de las delicias.
Los huertos urbanos y las granjas urbanas, normalmente verticales, ya se han instalado en nuestro imaginario. Estamos tímidamente asumiendo que la mejor dieta alimentaria es la de kilómetro 0 (es decir, aquella que suma menos huella carbono).
Por tanto, necesitamos aprovechar todos los espacios urbanos que tengan suelo en plena tierra, en la cota 0, y crear un cultivo por invernaderos en las cubiertas de los edificios. Muchos de estos alimentos, muy concentrados de proteínas y antioxidantes, requieren extensiones pequeñas que pueden perfectamente ocupar el terrado de los edificios de oficinas y de viviendas. ¿Para cuando una regulación que lo permita?

La ciudad resiliente.
La idea de resiliencia urbana, es decir, la capacidad de generar una respuesta adaptativa tras episodios de estrés extremo, abarca una gran panoplia de conceptos y acciones específicas. Se trata de incentivar la capacidad de anticipación y empoderamiento ciudadano, y están íntimamente relacionadas con los procesos de transición hacia un nuevo modelo energético, la adaptación al cambio climático, la descentralización del uso del agua o la capacidad asistencial inmediata de grandes colectivos sociales.
Una ciudad diseñada en términos resilientes es aquella que de forma extremadamente eficiente y empática es capaz de dar cobijo, asistencia y alimento en mitad de una pandemia.