La Sareb, el llamado banco malo, se ha visto obligada a ‘regalar’ sus viviendas en los últimos meses. Una señal más del estrepitoso fracaso que ha supuesto esta inventiva fórmula de salvamento bancario para los españoles. La firma ha elevado con fuerza el número de viviendas cedidas con fines sociales, con especial énfasis en Cataluña y zonas colindantes, ante la falta de demanda en el mercado. De hecho, la sociedad aprobó este 2020 la ampliación de contratos para “impulsar la cesión de viviendas a ayuntamientos de municipios de menor tamaño”.
La acción de la Sareb, muy bien escondida bajo el manto de la responsabilidad social, es un grito de emergencia ante la actual situación del mercado. La caída de la demanda para vender su cartera de viviendas la ha obligado a incrementar súbitamente el número de viviendas sociales. De hecho, en la actualidad dedica a ellos cinco veces más que cuando nació. La razón es que la exigua cantidad que cobra por cada casa cedida, una mensualidad de 130 euros, le permite “hacer frente a los gastos de seguros y comunidad”. A su vez, el Ayuntamiento asume los cargos correspondientes que incluyen entre otras cosas el Impuesto de Bienes Inmuebles (IBI).
En definitiva, el nuevo plan (de emergencia) de la Sareb consiste en ceder todas las viviendas posibles para al menos ahorrarse los gastos que le suponen. Y ésta era la misma sociedad que decía ofrecer a sus inversores, hace años cuando se creó, hasta un 15% de rentabilidad anual. Quizás algún día se haga público que eso solo era un chiste. Aunque, la delicada situación por la que atraviesa la firma no debería sorprender a demasiados. Al fin y al cabo, se une un periodo de crisis e incertidumbre con una cartera denominada literalmente (en su momento) “tóxica”.
Para entenderlo bien, conviene recordar que la operativa económica, en cualquier sector, se vuelve peliaguda en las crisis. La incertidumbre atenaza a los compradores y, salvo artículos de primera necesidad, se prefiere posponer el gasto. En el caso de grandes desembolsos, todavía más una vivienda, salvo que haya grandes descuentos (la Sareb vende normalmente paquetes de viviendas a grandes inversores) que agujerean más sus maltrechas cuentas.
Solo con lo anterior, es complicado poner en el mercado viviendas, ya sea para particulares o fondos. Pero, a todo ello hay que añadirle la especial configuración de la Sareb. La firma nació con una gran cantidad de inmuebles muy difícil de vender por su mala calidad, se llamaban tóxicos, que los bancos le transfirieron. A su vez, los mejores (entre los peores) ya se han ido vendiendo en los últimos años. En otras palabras, en la actualidad queda casi lo peor de lo peor (salvo algunas promociones que ha conseguido levantar). Por ello, el afán actual de ceder las viviendas.
Fuente: merca2